ARTE Y FILOSOFÍA II

Asimetría existencial
El existencialismo, en palabras de Sartre, tiene interés en demostrar el enlace del carácter absoluto del compromiso libre, por el cual cada hombre se realiza al crear un tipo de humanidad. El hombre es un ser en el cual la esencia está precedida por la existencia y no hay otro universo que el de la subjetividad humana. Al no ser nada más que su proyecto, sólo existe en la medida que se realiza. Por lo tanto, proyectándose y perdiéndose fuera de sí mismo es como se hace existir al hombre y este no es otro que el conjunto de todos sus actos. Heidegger igual que Sartre sostiene que el mundo no solo está abierto en cuanto tal como posible significatividad, sino que la puesta en libertad de lo intramundano mismo deja a este ente en libertad con vistas a sus posibilidades. Y su comprensión tiene en sí mismo la estructura existencial que nosotros llamamos proyecto. Esa naturaleza de su existir se caracteriza por la capacidad de comprender y de interrogarse por el sentido de su existencia y de la realidad. No es una una sustancia, sino una relación, una abertura , un proyecto y se diferencia por su facticidad y su trascendencia. Pero cuando el dasein se enfrenta a su propia existencia, a su libertad, y a su finitud experimenta un sentimiento que le angustia porque en él se revela su relación de ser para la muerte. El dasein es el único quese pregunta por el sentido del ser, y el único ser capaz de comprender su sentido.
El hombre simplemente está condenado a ser libre y sólo desea la libertad por la libertad a través de cada circunstancia particular. Precisamente al querer esa libertad es cuando se descubre que depende enteramente de la libertad de los otros y que la libertad de los otros depende de la nuestra.

Homo Ludens
De acuerdo con Schiller, el juego es el símbolo del cumplimiento de la determinación humana" y representa la "puesta en práctica de la libertad" . Y no solo eso, sino que además, el juego "es la más pura invención del hombre: todas las demás le vienen, más o menos, impuestas y preformadas por la realidad".
Por otra parte, y siguiendo a Huizinga, las grandes ocupaciones primordiales de la convivencia humana están ya impregnadas de juego. Si tomamos el lenguaje como ejemplo, vemos que este poderoso instrumento, aparte de servir para comunicar, enseñar, mandar o nombrar, levanta las cosas a los dominios del espíritu. Jugando es como fluye el espíritu creador del lenguaje y tras cada expresión de algo abstracto hay una metáfora y tras ella un juego de palabras. Así, la humanidad se crea constantemente su expresión de la existencia, junto al mundo de la naturaleza. Asimismo, el juego es más viejo que la cultura y su principal característica es la libertad. Es un complemento que adorna la vida y la completa. La cualidad de «ser bello» tampoco es inherente al juego como tal, pero éste es propenso a hacerse acompañar de toda clase de elementos de belleza. Ya en las formas más primitivas del juego se engarzan, por un lado, y desde un principio, la alegría y la gracia, y por otro lado, la belleza del cuerpo humano en movimiento que encuentra su expresión más bella en el juego. En Gadamer, el juego se da incluso allí donde, en donde no hay sujetos que se comporten como jugadores. El sujeto de la experiencia del arte, lo que perdura y se mantiene no es la subjetividad del que la experimenta, sino la obra de arte misma. Este es el punto en el que se hace significativa la forma de ser del juego.
Y por último, y desde la perspectiva del diseño lúdico del trabajo (Playful Work Design) que no es otra cosa que la integración del juego con el trabajo, se ha demostrado que cuando los empleados diseñan su trabajo de forma lúdica, y utilizan el juego durante las tareas consiguen que sus actividades laborales sean más divertidas o más competitivas. (Arnold Bakker y Yuri S. Scharp)

El eterno retorno
La creencia en la destrucción y la creación periódica del Universo, lo que comúnmente se denomina eterno retorno, se encuentra en el texto hindú del Atharva Veda así como en el budismo y el jainismo, que aceptan en sus líneas generales la misma doctrina panhindú del tiempo cíclico, y comparan a éste con una rueda de doce radios. Anaximandro, por ejemplo, sabía que todas las cosas nacieron del apeiron y a él volverán y Empédocles explicaba por medio de los dos principios opuestos, philia y neikos, las eternas creaciones y destrucciones del Cosmos. En este ciclo se podían distinguir hasta cuatro fases que eran algo análogas a los cuatro "incalculables" de la doctrina budista. También Heráclito aceptaba la doctrina de la conflagración universal y pensaba que el cosmos que era uno mismo para todos los seres, no lo había hecho ninguno de los dioses, sino que siempre había sido, y será fuego "eternamente viviente, que se enciende según medida y se apaga según medida". Del mismo modo, los estoicos inspirándose en Heráclito, o directamente en la gnosis oriental, tomaron todas esas ideas relacionadas con el fuego cósmico (ekpyrosis) el cual ponía fin periódicamente al universo para renovarlo (metácosmesis), y que era, por lo demás, la doctrina favorita del neopitagorismo.
Otro filósofo que aludió al eterno retorno fue Nietzsche y lo hizo preguntándose que sucedería si un demonio se deslizara furtivo en nuestra más solitaria soledad y nos dijera de repente: "Esta vida, tal como la vives ahora y tal como la has vivido, la tendrás que vivir una vez más e incontables veces más; y no habrá nada nuevo en ella, sino que cada dolor y cada placer y cada pensamiento y suspiro y todo lo indeciblemente pequeño y grande de tu vida tendrá que retornar a ti, y todo en la misma serie y la misma sucesión".
Dentro del campo de la ciencia científicos como Roger Penrose, Richard Toldman o Paul Steinhardt y Neil Turok, han propuesto un modelo cíclico del universo que emerge hacia la existencia en repetidas ocasiones a través del tiempo y no solo una vez como en el Big Bang. Roger Penrose en su Cosmología Cíclica Conforme (CCC) postula que el universo en su conjunto debe ser visto como una variedad conforme extendida, que consiste en una sucesión de eones, cada uno de los cuales da lugar a una historia completa de universo en expansión. Si tomamos el ejemplo de Richard Toldman, su universo oscilatorio o Big-Crush se nos revela como un universo que se expande y se contrae en ciclos de miles de millones de años. Se trata, a su vez, de un universo pulsante cerrado, el cual no desaparece después de colapsar, sino que inicia de nuevo otro ciclo expansivo. Por último, Paul Steinhardt y Neil Turok, mantienen en su universo ecpirótico que el universo no comenzó con una singularidad , sino que surgió de la colisión de dos branas. Las capas, o branas, como las llaman los físicos, no son universos paralelos, sino más bien facetas del mismo universo, una de las cuales contiene toda la materia ordinaria que conocemos y la otra contiene "no sabemos qué", como dijo Steinhardt. Por consiguiente, es concebible, que un material llamado materia oscura, que constituye una parte significativa del universo, resida en esta otra brana.