ARTE Y PSICOLOGÍA

Horror vacui
En el Libro IV de su Física Aristóteles hizo del universo su horror vacui mostrando que para explicar el movimiento de los cuerpos no se requería postular la existencia del vacío . Este no existía ni como algo separable de los cuerpos ni como algo inseparable de ellos. A diferencia de Demócrito y Leucipo que creían que toda la realidad estaba formada por átomos, Empédocles y Anaxágoras también pensaban que hasta el supuesto vacío estaba lleno de aire. Esta idea filosófica se mantuvo a lo largo de la Edad Media con los escolásticos en la teoría del plenum en donde la omnipresencia de Dios negaba el supuesto vacío. No obstante, la posibilidad de la existencia del vacío si fue abrazada por algunos teólogos escolásticos, que consideraban que quizás en el espacio más allá de la esfera de las estrellas fijas pudiese existir. En el el campo de la experimentación física, la bomba de vacío de Otto von Guericke y el experimento de Torricelli para medir la presión atmosférica pusieron de nuevo de manifiesto la presencia del vacío. Así que hasta finales del siglo XVII, por tanto, la existencia del vacío era incuestionable.En los estudios estéticos el horror al vacío quedó reflejado tanto en el italiano Mario Praz, como el alemán Johann Joachim Winckelmann. Ellos dos se refirieron a él para describir, en el primer caso, el estilo de los decorados interiores victorianos, y en el segundo, el estilo Rococó. Ese terror al vacío no esta muy lejos tampoco de aquella terribilità de Miguel Ángel en la escultura del Rey David donde para reflejar la escena de la presencia del gigante Goliat no se dejó ni uno solo de los músculos de la cara del rey para reflejar toda su tensión.
Psicológicamente hablando podríamos decir que ese horror al vacío está implícito en nuestras vidas ya que por naturaleza necesitamos llenarlo de vivencias, de sentimientos, de experiencias y de momentos inolvidables que nos creen una gran satisfacción. La carencia de alguno de ellos es lo que provoca ese estado de malestar que a a veces es muy difícil de superar.

Arquetipos
La expresión arquetipo ya se encontraba en Filón de Alejandria como la Imago Dei en el hombre, en el Corpus Hermeticum para referirse a Dios , o en el lenguaje de los alquimistas por poner algunos ejemplos. Asimismo, es una paráfrasis explicativa del εἶδος platónico. Pero el concepto arquetipo solo puede aplicarse a las representaciones colectivas y designa a contenidos psíquicos no sometidos aun a elaboración consciente alguna. Representa un contenido inconsciente que al tomar consciencia y ser percibido cambia de acuerdo con cada conciencia individual en que surge. Freud había percibido el carácter arcaico mitológico del inconsciente y era una designación para el estado de los contenidos mentales olvidados o reprimidos. En Carl Jung el inconsciente comprende "los factores y motivos que ordenan los elementos psíquicos en ciertas imágenes" , "pero de tal forma que sólo se pueden reconocer por los efectos que producen". Por consiguiente, el inconsciente colectivo consistía en el elemento que tiende a crear esos arquetipos comunes en las distintas culturas humanas. A diferencia del inconsciente personal, este englobaba formas preexistentes dando forma a los contenidos psíquicos. Quien habló antes que Jung del inconsciente personal y del inconsciente colectivo fue Carl Gustav Carus, no obstante, Johann Wilhelm Ritter fue de los primeros en hablar "de una consciencia pasiva" de " lo involuntario".
Si hay una imagen muy recurrente que aparece en las creaciones arquetípicas es la del árbol y Jung lo analiza con gran profundidad. Las asociaciones referentes a él en sentido más frecuente son el crecimiento, la vida, el desarrollo, el arraigamiento, la muerte o el renacimiento. El árbol es como una forma de transformación del hombre y debe ser entendido como anthropos, esto es como sí- mismo, como un árbol de la vida. En el sueño de Nabucodonosor el rey mismo es representado por un árbol y en representaciones antiguas en el nacimiento de un niño se plantaba un árbol cuyo destino era idéntico al individuo correspondiente.